Economía

¿Fin de la era remota?: 9 de cada 10 ofertas laborales en Chile son presenciales y expertos analizan tendencia

laborales en Chile hoy exijan presencialidad, con solo un 1,89% de teletrabajo, confirma un giro claro hacia modelos tradicionales. Esto ocurre a pesar de que la pandemia demostró que el trabajo remoto era posible y, en muchos casos, eficiente», aseveró a Emol. Sharon advirtió que no se trata solo de una preferencia logística, ya que a su juicio, «lo que estamos viendo no es solo una decisión operativa: refleja una combinación de factores culturales, de liderazgo y de gestión del talento». «Muchas empresas aún asocian productividad con supervisión presencial, y no han adaptado sus sistemas de medición de desempeño ni sus culturas organizacionales para sostener esquemas flexibles», añadió. Incluso, considera que la presencialidad se usa como un filtro «para medir compromiso o disponibilidad, aunque esto no siempre se traduzca en mejores resultados». No cree que el teletrabajo desaparecerá por completo, pero sí considera que «quedará reducido a empresas con una visión más madura de la gestión por objetivos y con la capacidad de liderar a distancia». «La era del teletrabajo masivo puede haber terminado, pero la del trabajo flexible y basado en datos apenas comienza. Quien logre adaptarse, atraerá y retendrá mejor talento», concluyó. Efectos en la calidad de vida El académico José Gregorio Pérez, de la Facultad de Administración y Economía de la Usach, remarcó que el teletrabajo tuvo beneficios iniciales que no siempre se consolidaron. «A pesar de que inicialmente el teletrabajo fue visto como una muy buena propuesta laboral en el sentido de facilitar el uso más efectivo del tiempo y la conciliación trabajo-familia, en la práctica este ha tenido algunos efectos colaterales no esperados», señaló el doctor en administración de recursos humanos. Entre ellos, mencionó que «el primero y más evidente dice relación con el deterioro de la calidad de vida producto de la mezcla de los espacios privados y laborales, afectando en el largo plazo el descanso laboral pleno (…) la experiencia demostró un efecto adverso». Otro punto crítico fue la interacción laboral. «En segundo lugar, el teletrabajo produjo una disminución significativa de las interacciones laborales cotidianas, que con el tiempo tendieron a generar consecuencias no tan buenas desde el punto de vista de la coordinación de tareas, la supervisión y el control del trabajo». También identificó impactos en la motivación y el clima organizacional. «Las personas se tienen a sentir menos integradas a organización y se pierde el toque social inherente al trabajo», acotó. Pérez recalcó que el trabajo tiene un valor social y cultural que va más allá de la productividad: «El trabajo da sentido y propósito a las personas, crea lazos sociales, satisfacción con el quehacer, sentido de cumplimiento, autovaloración y trascendencia». «Las organizaciones requieren aprender a través de interacciones cara a cara entre personas y grupos, mediante conversaciones y observaciones directas», finalizó.

 

Publicaciones relacionadas